La belleza la encontramos por todas partes: en un cuadro, en una persona, en un paisaje… La belleza nos provoca atracción, es totalmente subjetiva y al mismo tiempo es fuente de inspiración.
Los primeros cánones de belleza surgieron en la antigüedad clásica con los griegos, aunque la percepción de la belleza existe desde el homo sapiens, el cual ya le rendía culto.
Ahora bien, este modelo de belleza ha ido cambiando con el paso del tiempo y con la evolución de la sociedad. Sólo hay que fijarse con detenimiento en la diversidad de productos de belleza a nuestro alcance en perfumerías, farmacias, supermercados… Y si todavía no nos sentimos satisfechos con nuestro físico, podemos optar por dietas milagrosas y cirugía plástica.
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Somos esclavos de la tiranía de la belleza.
Los cánones de belleza son diferentes según la cultura y el paso de los siglos, como así lo demuestran las representaciones en el arte (escultura y pintura).
En la actualidad la belleza está determinada por unos cánones impuestos por la cultura occidental: mujer guapa, rubia, alta, de medidas perfectas y proporcionadas (90-60-90), piel clara y con cara juvenil.
Se valora la imagen personal (estética), más superficial, por encima de valores como la bondad, la sinceridad, el altruismo, la inteligencia
- Inteligencia…
En un mundo cada vez más materialista, la belleza ayuda al éxito social. Si observamos cuidadosamente a los niños veremos que entre ellos hacen distinciones y tienen más éxito aquellos niños y niñas a los que el aspecto físico de la naturaleza ha favorecido más.
En consecuencia, y relacionado con este hecho podríamos decir que anecdótico, la triste realidad es que la apariencia física puede condicionar en la obtención de trabajo en una entrevista, puede fijar el sueldo de una persona y la popularidad en el caso de los artistas.
Primero se premia la imagen de la persona y en segundo término se valoran sus competencias y cualidades como profesional. En definitiva, vivimos demasiado pendientes de nuestra apariencia.
Tenemos grabado en nuestro subconsciente aquel concepto que dice «se es hermoso mientras se es joven». Así pues, relacionamos el concepto de juventud con la belleza, la cual es efímera.
Como en el caso de los alimentos tiene fecha de caducidad, por lo que se recurre a la cosmética, e incluso a la cirugía estética para preservarla más tiempo.
Entonces ¿qué pasa con la madurez? Debemos aprender a envejecer sin complejos y aceptar la vejez, ya que forma parte de la vida de toda persona.
Esta obsesión por la juventud y belleza es fruto de la influencia de la publicidad, la moda, el cine y los medios de comunicación (sobre todo la televisión).
Nos encontramos ante un bombardeo constante de cuál es el prototipo de mujer hermosa (un modelo impuesto por los hombres) y este hecho puede resultar peligroso en las adolescentes, ya que provoca en muchas jóvenes una baja autoestima, daños físicos y psíquicos.
Muchas chicas en su afán de seguir estos cánones de belleza, y de esta manera ser socialmente más aceptadas, adoptan medidas drásticas en su alimentación, y, en consecuencia, acaban siendo víctimas de anorexia y bulimia.
Los ideales de belleza masculina no tienen menos relevancia que los cánones de belleza femenina, pero la realidad es que los factores culturales y sociales a lo largo de la historia de la humanidad han exigido a la mujer cuidar más su aspecto físico para agradar al hombre.
El resultado es, sin lugar a dudas, la visión de la mujer como un objeto: bonita, bien vestida (en la mayoría de casos, incluso, provocadora, mostrando su anatomía perfecta), presentadora de programas de cotilleos o bien anunciando todo tipo de perfumes o productos del hogar.
El secreto para conseguir esta belleza tan deseada radica en el fenómeno de las dietas y la práctica del deporte, de los que hay gran diversidad según los gustos del consumidor.
El objetivo común no es sólo mejorar nuestra salud y calidad de vida, sino lograr obtener el peso ideal y deseado, y en definitiva aquel cuerpo soñado. De ahí ir al gimnasio se ha convertido en una nueva moda social, así como también hacer ejercicio físico al aire libre.
Conclusión
En conclusión, la moda, el cine, la publicidad y los medios de comunicación provocan y generan una tiranía de la belleza, la cual se ha convertido en una dictadura.
Fruto de ello ha producido un elevado índice de personas insatisfechas con su físico. De hecho, esta obsesión y dependencia por la imagen impide, en muchos casos, que la mujer pueda desarrollarse social y culturalmente.
Así pues, los cánones de belleza actuales son un negocio asegurado, ya que hace que gastemos dinero sin medida en gimnasios, dietas, tratamientos en centros de estética o balnearios, y cirugía, para alcanzar la eterna juventud.
En definitiva, opino igual que el psiquiatra Luis Rojas Marcos, cuando señala que «el prototipo de belleza de mujer delgada es la causante de los trastornos de la anorexia y la bulimia y está promovido por la industria de la belleza, que genera millones y está controlada por hombres».